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jueves, 10 de noviembre de 2016

Las sonrisas

Pequeñas sonrisas
La sonrisa del bebé es un fascinante mecanismo de supervivencia, la herramienta que utilizan para establecer sus primeras relaciones y la única forma de decirnos “me siento bien” cuando todavía no tienen las palabras. Tan importante es para ellos sonreír, que están preparados para hacerlo antes de nacer. La sonrisa del bebé en principio tiene el objetivo de intensificar la interacción entre la madre (padre o cuidadores) y el bebé para mantener la proximidad de ambos y desarrollar los lazos de apego. El acto de sonreír tiene un componente instintivo y otro aprendido. Las primeras sonrisas son espontáneas y reflejas, ciertos estímulos provocan una sonrisa fugaz, incompleta y automática, es decir, no es una respuesta a otra persona e indica que el bebé se encuentra bien. En la siguiente etapa de sonrisas sociales selectivas; el niño comienza a limitar los estímulos a los cuales sonríe. Hacia la cuarta semana de vida los estímulos que más producen una sonrisa con carácter social son los auditivos y el más eficaz la voz humana (especialmente la de mamá). Durante la quinta semana el rostro humano comienza a ser el motivo preferido para sonreír. Ya para esta época la sonrisa es completa y sostenida lo cual induce al adulto a responderle de forma cariñosa y juguetona. Cuando los motivos a los cuales el bebé sonríe van siendo más discriminados, la sonrisa es social y selectiva. El bebé comienza a distinguir los motivos que les hace sonreír; en esta fase se observa que quien lo cuida suele provocarle más sonrisas que los extraños. Por último aparecen las respuestas sociales diferenciadas y es la fase que perdura toda la vida. Aquí el niño sonríe abiertamente ante una figura familiar. Es más cauteloso con los extraños a los cuales rehuye o bien dirige una sonrisa con fines de sociabilidad (aprendido por norma social) pero manteniendo una distancia. Es importante que estimules a tu bebé para que sonría. Háblale con diferentes tonos, hazle caricias, juega con él. Si tu bebé no sonríe después de la sexta y octava semana de vida es recomendable que se lo comuniques a su pediatra.

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