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lunes, 27 de marzo de 2017

TERRORES NOCTURNOS Y PESADILLAS EN BEBES

Terrores nocturnos y pesadillas en bebés y niños Terrores nocturnos y pesadillas en bebés y niños No hay que confundir los terrores nocturnos con las pesadillas. ¿Cómo diferenciarlos? ¿Cuáles son las causas de estos trastornos y cómo evitarlos? ¿Cómo hay que actuar en ambos casos? Con mayor o menor frecuencia y en algún momento de su vida, todos los niños sufren pesadillas y terrores nocturnos. Son manifestaciones consideradas normales en las distintas fases de crecimiento y que, tarde o temprano, desaparecen. Sin embargo, es importante distinguir entre pesadillas y terrores nocturnos, porque se deben a diferentes causas, se manifiestan en diferentes períodos de la noche y no deben afrontarse de la misma forma. Terrores nocturnos - Los terrores nocturnos son menos frecuentes que las pesadillas. Se definen como episodios de miedo muy intenso que no están relacionados con un suceso determinado ni con el contenido de un sueño. - Los terrores nocturnos afectan a los pequeños durante las primeras horas del sueño (fase no REM) o a primeras horas de la mañana y suelen durar de 5 a 15 minutos, aunque también pueden prolongarse durante una hora. - El niño se muestra despierta y dormido al mismo tiempo, abre los ojos, murmura, puede gritar, se agita y parece querer escapar de algo. - Son frecuentes entre los niños de 1 a 8 años, aunque, en ocasiones, pueden producirse cuando son más mayores. - De un niño a otro existen notables diferencias, tanto en intensidad de las manifestaciones como en su duración Causas de los terrores nocturnos La causa de los terrores nocturnos no está clara. Pueden desencadenarse por factores, como fiebre, falta de sueño, medicamentos que actúen sobre el sistema nervioso central, o bien a un exceso de excitación antes de irse a la cama o a recuerdos de experiencias vividas durante el día. Qué hacer antes los terrores nocturnos - En la mayoría de los casos, el niño afectado por el terror no es consciente, tiene los ojos abiertos de par en par y mira al vacío, pero no se despierta aunque le llamen. Después de la crisis, el niño se duerme plácidamente, como si nada hubiera ocurrido. Al día siguiente, no recuerda absolutamente nada. - Por tanto, los padres no deben intervenir y deben evitar despertar al niño, si bien es conveniente estar junto a él para controlar que no se haga daño. A la mañana siguiente, el niño no recuerda nada y es recomendable no interrogarle, ya que no podrá responder. - Los terrores nocturnos asustan más a los adultos que a los niños, los cuales no son conscientes ni siquiera de haberlos tenido. Pesadillas - Las pesadillas no son otra cosa que sueños feos y, como todos los sueños, se manifiestan durante la fase de sueño agitado, llamado sueño REM, es decir, a horas más tardías. - Pueden durar más de diez minutos y son frecuentes en niños de 2 a 4 años, ya que, a esta edad, aún no saben distinguir bien entre la realidad y la ficción. - Cuando el niño sufre pesadillas, se despierta aterrado y llora hasta que sus padres consiguen calmarlo. Al día siguiente, el pequeño es capaz de recordar en contenido del sueño. - Los niños no consiguen distinguir una pesadilla de la realidad hasta después de los dos años. Son frecuente en niños de 2 a 4 años, ya que, a esta edad, todavía no saben distinguir bien entre lo que realidad y ficción. Causas de las pesadillas - Las pesadillas expresan la angustia que siente el niño ante un hecho concreto ocurrido durante el día: por ejemplo, la ausencia de papá o de mamá, una discusión familiar o una escena que le ha impresionado. Una de las causas suelen ser los espectáculos o películas violentas que el niño ve a través de la televisión. Qué hacer ante las pesadillas - Lo primero que hay que hacer es tranquilizar al niño. Háblale lentamente, diciéndole que en su habitación está seguro. Hazle entender que se ha tratado de un sueño. En la elección de las palabras, debes procurar no dar la impresión de infravalorar lo sucedido. Los miedos del niño son reales y se deben tomar en serio. - Quédate con él hasta que se duerma de nuevo. A menudo, le asusta volver a dormirse, porque piensa que la pesadilla puede reproducirse. En este caso, puedes contarle que nuestro cerebro tiene un botón especial que controla los sueños y, si se pulsa, hace lo mismo que el mando de la televisión: cambia de programa.